EL
LEÓN Y EL ELEFANTE
Fábula
Todos los animales veneraban profundamente a su rey
el león. Reconocían su porte, fuerza, fiereza y valentía y no les importaba en
absoluto que los gobernara desde hacía mucho tiempo.
Sin embargo, había algo que los molestaba mucho y
era que el monarca tenía por amigo predilecto a un viejo y pesado elefante,
hecho que no llegaban nunca a comprender.
Todos se desvivían por ser el predilecto del rey y
se creían con mejores atributos que el elefante para serlo.
El rencor y la envidia llegaron a tal punto, que un
día quisieron hacer una asamblea para compartir sus inconformidades y ver cómo
hacer que el león escogiese otro amigo.
Una vez estuvieron reunidos, la primera en hablar
fue la zorra.
- Nuestro rey es magnífico, pero habremos de
coincidir que no es bueno escogiendo amigos. Si al menos hubiese escogido a
alguien tan astuta como yo, el animal más listo, y con una bella y peluda cola
como la mía, lo hubiese entendido y esta asamblea no tuviese lugar, dijo con
toda la seguridad del mundo.
- No entiendo como el león puede andar con un animal
que carece de garras grandes y poderosas como las mías – dijo a su vez el oso,
que ni había atendido a todo lo dicho por la zorra.
Por su parte, el burro tildó a los dos anteriores
de tontos y exclamó:
- Para mí está más que claro. Al rey le gusta el
elefante porque tiene unas orejas grandes como las mías, solo que descubrió a
aquel primero y a mí no ha tenido el gusto de conecerme.
- ¡Qué manera de halagarse a sí mismos estos tontos! –
dijo un pato a otro. – Se ve que desconocen que lo mejor del mundo es graznar –
agregó.
Y así, aptos solos para ver sus supuestas virtudes, los animales nunca lograron ponerse
de acuerdo y mucho menos determinar el porqué de la preferencia del león por el
elefante. Mucho menos fueron capaces de llevarle sus inquietudes a este y de
entender la importancia de valores como la modestia y el desinterés, capaces de
hacer que las mejores cosas de la vida vengan por su propio peso y derecho.