LA LEYENDA DEL TUNKULUCHÚ, EL
AVE MAYA MENSAJERA DE LA MUERTE
POR: BEATRIZ ESQUIVEL
26 DE ENERO, 2019
El olor y el sonido de la muerte: el
tunkuluchú fue una figura prominente en la cultura maya por el mal augurio que
portaba….
Las aves se convirtieron en un animal
elemental para la cosmogonía de las culturas antiguas y no es ninguna sorpresa.
Su vuelo ha intrigado siempre a los humanos, al punto que desarrollamos
máquinas que nos permiten hacerlo, no sin antes haber pasado por una serie de
intentos y experimentos que las emulaban.
En las culturas prehispánicas no fue
distinto, en particular porque las aves tenían contacto tanto con la Tierra
como con el cielo, y el alma humana en distintas ocasiones tomó el mismo papel,
Mercedes de la Garza lo resume como «El pájaro que se posa en la tierra y luego
asciende al ámbito celeste simboliza […] la tendencia ascendente del espíritu
humano, la sacralización».1
El olor y el sonido de la muerte: el tunkuluchú fue una figura
prominente en la cultura maya por el mal augurio que portaba….
Las aves se convirtieron en un animal
elemental para la cosmogonía de las culturas antiguas y no es ninguna sorpresa.
Su vuelo ha intrigado siempre a los humanos, al punto que desarrollamos
máquinas que nos permiten hacerlo, no sin antes haber pasado por una serie de
intentos y experimentos que las emulaban.
LA LEYENDA DEL TUNKULUCHÚ
En la cultura maya existen representaciones
de diversas aves: sin embargo, destaca una en particular asociada fuertemente a
la muerte y Xibalbá, el inframundo maya. Se trata Del tunkuluchú, tecolote, Moan –lechuza– o en términos más
simples, un búho.
La leyenda del tunkulunchú cuenta cómo éste
fue invitado a una fiesta en el palacio del reino de las aves y contrario a su
costumbre, decidió asistir por primera vez. Allí:
«Se le dio el lugar más importante de la
mesa y le ofrecieron los platillos más deliciosos, acompañados por balché, el
licor maya. Pero el tunkuluchú no estaba acostumbrado al balché y apenas bebió
unas copas, se emborrachó. Lo mismo le ocurrió a los demás invitados, que
convirtieron la fiesta en puros chiflidos y risas escandalosas».2
Sin embargo, la fiesta adquirió un tono más
sombrío, por lo menos para el tunkulunchú, cuando un maya decidió entrar a la
reunión y molestarlas. Entonces el ave se hizo objeto de divertimento maya.
«El maya comenzó a reírse de cada ave, pero
pronto llamó su atención el tunkuluchú. Sin pensarlo mucho, corrió tras él para
jalar sus plumas, mientras el mareado pájaro corría y se resbalaba a cada
momento. Después, el hombre arrancó una espina de una rama y buscó al
tunkuluchú; cuando lo encontró, le picó las patas. Aunque el pájaro las
levantaba una y otra vez, lo único que logró fue que las aves creyeran que le
había dado por bailar y se rieran de él a más no poder».
Resentido por la humillación a la que había
sido sujeto, el tunkuluchú decidió que el maya debería recibir algún tipo de
castigo, de preferencia el peor posible. Tras pasar todas las noches en el cementerio, el ave aprendió a reconocer
el olor de la muerte.
«El tunkuluchú se propuso anunciarle al
maya cuando se acerca su hora final. Así, se para cerca de los lugares donde
huele que pronto morirá alguien y canta muchas veces. Por eso dicen que cuando
el tunkuluchú canta, el hombre muere. Y no pudo escoger mejor desquite, pues su canto hace temblar de miedo
a quien lo escucha».
La búsqueda de un escarmiento llevó al búho
a cambiar de manera decisiva la representación del resto de las aves de su
especie a lo largo de los territorios que habitaron los antiguos mayas. Sin duda, la leyenda toma inspiración de las
características propias del tecolote, un animal nocturno que es asociado
comúnmente a la noche y el frío de ésta, además del destino funesto de los
hombres.
«Los quichés de Guatemala todavía dicen que
«cuando canta el búho, muere el indio», y de hecho el búho es un importante
personaje del Popol Vuh, heraldo del país de las tinieblas y servidor de los
señores del infierno: los cuatro mensajeros de Xibalbá son llamados Chayitucur,
tecolote veloz, Huracantucur, tecolote de una pierna, Caquixtucur, tecolote
colorado —como guacamaya—, y Holontucur, tecolote que sólo tiene cabeza y alas
y no tiene pies».3
MENSAJERO DE LA
MUERTE
Tales representaciones han perdurado en el
tiempo y han posicionado a los tecolotes como anunciantes de la muerte. Además, estas aves han adquirido otros tintes
supersticiosos, pues para algunos pueblos del Valle de Mexico son la
representación animal de las brujas, como La Mometzcopinqui.
JUSTIFICACIÓN
1ºEn Miguel Rivera Dorado, "Pajaritos y pajarracos: personajes y
símbolos de la cosmología Maya", en Revista Española de Antropología
Americana, vol. 34, 2004, p. 9.
2 Biblioteca Digital del ILCE, "Cuando el tunkuluchú
canta...".
3 Rivera Dorado, Op. cit., p. 15.
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